martes, 20 de mayo de 2014

LAS DOS CASAS (LC 6, 46-49)

Diego tenía 10 años, era un niño bastante inteligente y deportista, pero tenía un gran problema, nunca hacía las tareas que le mandaban en el colegio para llevar a casa.
Cuando llegaba a su casa después del colegio su madre le preguntaba: - “Diego, ¿Traes deberes?”
Y Diego siempre contestaba lo mismo: - “No tengo deberes mamá”, o bien - “Ya los he hecho”.
Pero lo cierto es que Diego nunca hacía las tareas en casa y nunca llevaba los deberes hechos al colegio. Cuando tenía exámenes tampoco solía estudiar y las notas cada día eran peores.
Diego tenía muchas otras actividades que hacer en casa, para él mucho más interesantes que hacer las tareas del colegio o estudiar: jugar con los videojuegos, conectarse a Internet, ver la televisión o jugar. Estas cosas eran en las que Diego invertía su tiempo.

Un día los padres de Diego fueron al colegio para hablar con sus profesores. La maestra los había llamado porque estaba muy preocupada por el rendimiento escolar de Diego, que iba cada vez  peor. Cuando llegaron a casa, los padres de Diego se sentaron a hablar con él, y le contaron una parábola que Jesús contó. Le dijeron así:
Diego, Jesús contó la siguiente historia: Una vez había dos hombres. Uno de ellos dijo: - Quiero construir una casa. La construiré sobre la roca, pues es un lugar bueno y seguro. No me importa que la roca esté dura y que me lleve mucho tiempo, quiero hacer una buena casa. Así pues, excavó y excavo la roca y construyó allí su casa, le costó bastante pero al fin levantó su casa. Entonces llovió, y el viento sopló, y hubo inundaciones... Pero la casa se mantuvo firme en la roca. Pero otro hombre dijo: - Quiero hacerme una casa. La construiré sobre la arena porque es más fácil cavar. No quiero pasar tiempo cavando porque tengo muchas cosas que hacer. Y en poco tiempo construyó la casa. Pero después llego la lluvia, Y soplo el viento, Y hubo una gran inundación... Y su casa se derrumbó haciendo un gran estruendo. Jesús dijo: Si me escucháis y hacéis lo que yo os digo, sois como el hombre que edificó su casa sobre la roca. Pero aquellos de vosotros que me escucháis pero olvidáis lo que yo os digo - dijo Jesús - sois como el hombre que construyó su casa sobre la arena.
Diego, queremos decirte que estamos muy preocupados por ti. Tú eres como ese hombre que vas a edificar una casa, la casa es tu vida, tu futuro y tú tienes que decidir como la edificas, si sobre la roca (Obedeciendo a los profesores, cumpliendo tus obligaciones, esforzándote…) o sobre la arena (mintiendo, desobedeciendo, no trabajando…) Después de oír aquellas palabras, Diego reconoció que estaba actuando igual que aquel hombre descuidado, que decidió construir una casa sobre la arena que quedó lista muy rápido.
Pero piensa bien: ¿La arena puede sostener bien una casa? ¡Claro que no! Por eso, cuando vino la lluvia y los vientos fuertes sobre aquella casa… ¡Plof! En poco tiempo la casa estaba completamente destruida. ¡Qué lástima!

Es mucho más cómodo hacer lo fácil, lo que no cuesta trabajo, pero si nos esforzamos y somos sabios tomando decisiones veremos buenos resultados. Para que seamos fuertes como la casa construida sobre la roca, necesitamos escuchar y practicar todo lo que la Biblia nos enseña y aprender a tomar decisiones correctas en nuestra vida.

Existen personas que son iguales que la casa sobre la arena, no soportan las dificultades de la vida a las tentaciones y se desmoronan porque no tienen el fundamento que es Jesús.


Sin embargo otras personas son como la casa construida sobre la roca, creen en la Palabra de Dios y por eso cuando llegan los problemas están firmes. El fundamento de nuestra vida debe ser Jesús.

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